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La mirada en compañía en el espacio terapéutico

«Algunas de nuestras miradas
retornan para comprobarse en nosotros
o quizá para permitir que nos miremos desde enfrente
como si quisieran demostrarnos
que lo que nos ocurre                                                                                                                          es una copia de lo que no nos ocurre

Hay momentos y hasta quizá una edad en nuestra imagen
en que todo cuanto sale de ella
vuelve como un espejo a confirmarla
en la propia constancia de sus líneas»

Roberto Juarroz 

Por:  Marcela Campos

Como psicóloga, como caminante de la vida y como psicoterapeuta desde hace 10 años, he aprendido a escuchar, a observar los miedos y las corazas del ego, a entender los matices del dolor humano, las tristezas profundas del alma, y la sensación de vértigo que genera la incertidumbre de ciertos momentos de la existencia; he entendido que los caminos de la vida son diversos, ricos, y a veces vertiginoso; he transitado con otros la angustia que generan las pérdidas, las frustraciones, los cambios y las crisis. También he visto el crecimiento, la evolución, la madurez, la fortaleza, la alegría, y la enorme capacidad de sobreponerse al dolor que tenemos los seres humanos.

Ser testigo de los intríngulis de la vida y de sus consecuencias, las cuales deben entenderse desde su complejidad, ya que normalmente engloban una respuesta multidimensional que incluye aspectos cognitivos, emocionales y fisiológicos; me ha permitido construir una mirada holística del ser humano y de los procesos de psicoterapia, una mirada que va mas allá del diagnóstico (necesario en muchas ocasiones) y del arsenal de técnicas que tenemos los psicólogos (necesarias en muchas ocasiones), y se acerca más hacia una mirada empática que invita al otro a poder ser el/ella mismo/a, a expresar las luces y las sombras de su interior, y los altos y los bajos del rio de la vida, una mirada inevitablemente humana que recoge elementos técnicos de diferentes corrientes de la psicología, y que estimula al otro a la reflexión y a la automirada como elemento para el cambio de perspectiva.

Es finalmente una mirada en compañía sobre el propio yo, sobre las propias cavilaciones y el dialogo interno, sobre lo que hago y no hago, sobre lo que siento y dejo de sentir, sobre lo que anhelo, sobre como me relaciono con el otro y con el mundo, sobre lo que soy y cuan responsable soy de mi vida, lo que nos acerca a ver los puntos ciegos de nuestro carácter, como gestionarlos, y las fortalezas del mismo.

Es ahí, en esa mirada hacia adentro con un otro donde pueden empezar a entenderse con más claridad ciertos detalles sobre la vida y su sentido, sobre las manifestaciones del inconsciente, las neurosis con las que tropezamos una y otra vez, y sobre los caminos a recorrer para acercarnos al bienestar, a una coherencia mas cercana con nosotros mismos, y a un lugar interno de comprensión, aceptación y calma desde el cual vivir y habitar esta existencia.

Sí, el camino es volver la mirada hacia tu interior viendo todo lo que hay en ti (sin olvidar que existe un otro), observar tu vida y tu yo con confianza, con consciencia de cuales son los efectos de tus actos y de tus pensamientos en ti y en tus relaciones humanas; ese es el camino para actuar con consecuencia, el camino que puede  acerarte paso a paso a muchas de las cosas  que quieres. 

Así que camina, emprende, explórate, entiéndete, en cada escalón encontrarás el impulso y la señal para el siguiente paso.

 

 

Momentos de crisis, atravesando el túnel

«No te rindas, aun estas a tiempo
de alcanzar y comenzar de nuevo,
aceptar tus sombras, enterrar tus miedos,
liberar el lastre, retomar el vuelo.

No te rindas que la vida es eso,
continuar el viaje,
perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo,
correr los escombros y destapar el cielo.»

Mario Benedetti

 

Por:  Marcela Campos

Hay una pequeña palabra sobre la que se levanta una mirada amplia. CRISIS, sí, esa coyuntura de cambios que implica incertidumbre, vértigo y confusión. A veces sobrevienen del resultado de decisiones que hemos ido tomando, a veces surgen de nuestra imposibilidad para ver aquello que la idealización no nos ha permitido ver, a veces son el producto de frustraciones acumuladas, y otras el efecto de algo que deviene del exterior y nos desestabiliza.

Son sin duda, momentos en los que la vida nos sacude y nos muestra una oportunidad para la transformación interna y externa. En definitiva, el resultado de algo potente que se mueve en nuestro interior, momentos complejos, y un chance para seguir caminando tal vez en otra dirección, o tal vez en la misma pero con otra mirada, otra perspectiva.

Una de las enseñanzas que generó Paulo Freire, fue indicar que la pedagogía debería dedicarse no sólo a enseñar a leer letras sino a leer el mundo y lo que contiene. Es más, leer o comprender el mundo no es suficiente. Somos animales históricos, proactivos y capaces. No es cuestión de adaptarse sino de ser conscientes de que estamos participando en la construcción de un mundo como podríamos estar participando en la construcción de otros. En otras palabras, no basta con leer, también hay que escribir el mundo.

¿Cómo leo y escribo mi mundo interior? ¿cómo leo y escribo el mundo de mis relaciones humanas? ¿mi mundo profesional? ¿el mundo que me rodea? Y es que de esa lectura-escritura dependerá mi paso por esta existencia. Sí, la manera en la que observo-entiendo y dibujo-escribo mi vida marcará mi camino, mis decisiones, mi manera de estar en el mundo y de relacionarme con él, marcará por tanto la manera en la que me enfrento a las crisis a veces inevitables.

Las crisis vienen y van, agotan e iluminan, duelen y empoderan, hablan sobre aquello que no se dijo y no se pudo ver, ponen de manifiesto la necesidad de re-leer y re-escribir, nos empujan a tejer algo nuevo sobre nuestra historia, a caminar con un aprendizaje profundo sobre nuestra espalda, y a sostener nuestro cuerpo y nuestros sueños. Asustan, ¡si! duelen, ¡si!, nos paralizan momentáneamente, ¡si!, nos enfrentan con nuestras sombras, ¡también!

Realmente existen varias pequeñas palabras sobre las que se levanta una mirada amplia que nos ayuda atravesar el túnel de la crisis, un túnel que cuesta atravesar, pero en el que siempre se vislumbra una luz al final del mismo. CONFIANZA, AMOR, CLARIDAD, TRAMPOLIN, EQUILIBRIO, CONSTRUCCIÓN, VALENTÍA, VIDA, SUEÑOS, ILUSIÓN.

En las crisis cabe mucho, tanto como miles de palabras en un libro, rabia, miedo, oportunidad, dolor, cambio, vértigo, renuncias, inseguridad, desespero, aprendizaje, transformación; así que como dice Benedetti “No te rindas, aún estás a tiempo de alcanzar y comenzar de nuevo, aceptar tus sombras, enterrar tus miedos, liberar el lastre, retomar el vuelo.”

 

La vida me ha hecho saber, la vida me ha hecho soñar

Por: Marcela Campos 

“La vida de un pájaro en vuelo, la vida de un amanecer, la vida de un crío, 
de un bosque y de un río, la vida me ha hecho saber. 



La vida del sordo y del ciego, la vida que no sabe hablar, la del triste loco, la que sabe a poco, la vida me ha hecho soñar.” 



 Silvio Rodríguez

Hay días que uno recuerda para siempre, hay momentos guardados en el alma que nos transportan a sensaciones vividas, a sabores lejanos y olores conocidos. Siempre me ha fascinado la manera en la que el cerebro procesa la información, hace asociaciones y genera redes de memoria que nos permiten aprender y recordar, revivir y viajar en el tiempo.  Y es que a veces se nos olvida que tenemos en nuestro interior un banco de imágenes y de sensaciones, un cúmulo de experiencias y recuerdos, y lo mas importante; un arsenal de herramientas (recursos internos) para hacer y deshacer nuestra vida, tomar decisiones, cambiar el rumbo, enfrentarnos a momentos difíciles y superar retos que a veces parecen imposibles.

Sí, tenemos dentro de nuestra piel los recursos internos para dibujarnos, decirnos, aprender a leernos, entendernos, y poder así actuar en consecuencia. ¡Busca y reconoce tus recursos internos! ¡recorre cada esquinita de tu ser y encuentra aquello que te ayuda a crecer, a evolucionar!

Hay personas que uno recuerda para siempre, hay calles que uno nunca olvida y sonidos que se anclan en el alma como viejos tesoros. Mi existencia esta llena de tesoros, tesoros musicales, humanos y experienciales, y es que es imposible que los años pasen y uno no atesore momentos, sensaciones, imágenes, vivencias, aprendizajes, canciones, relaciones, y múltiples saberes. Como dice Silvio “la vida me ha hecho saber”.

La vida me hecho saber que dejándola ser cesa su sombra, que observar sin juicios de forma neutral lo que sentimos, es importante para vivir más en paz con nosotros mismos y con nuestras emociones. La vida me ha hecho saber que no hay que llenar los vacíos, hay que habitar los espacios, que aunque los siglos pasen, cultivar las relaciones humanas siempre es parte de todas las culturas, que cuidarse a uno mismo sin pisar al otro es una premisa fundamental para la evolución y la justicia, que tragarse el orgullo no engorda, que el dolor tarde o temprano disminuye, desaparece, se transforma,  que ir hasta el fondo de nuestros deseos es sano para no caminar por la vida contradiciendo nuestro interior, y que una gran dosis de paciencia es necesaria en muchos momentos para sobrevivir.

¡Y es que sin duda la vida es un viaje!  un viaje de aprendizajes y saberes en el que a veces llueve, nieva, sale el sol, amanece y atardece, se oscurece y vuelve amanecer. Un viaje en el que cabe soñar, porque afortunadamente la vida no solo me ha hecho saber, la vida también me ha hecho soñar.

Marcela Campos 

Allí donde se encuentran las causas

Por: Marcela Campos

“ … y se dejó caer al fondo de este sentimiento; hasta allí donde se encuentran las causas…”

 Herman Hesse, Siddhartha

Y sí, a veces, me dejo caer hasta el fondo de los sentimientos, me permito conectar con ellos, les dejo que momentáneamente sean mi brújula interior y me marquen el camino, les doy vía libre para hablar y escucho atentamente todo aquello que necesitan decir, y es ahí, en ese lugar emocional, en esa parcela del ser humano por la que todos hemos paseado alguna vez, en donde empiezo a entenderme, a vislumbrar ciertas partes de mi y a saberme una mujer conectada con su yo, su pasado, sus vivencias, su presente y su consciencia.

Y sí, a veces también me dejo caer en el bucle de los pensamientos, en la espiral de la “razón” y las reflexiones, en ese pasadizo de ideas que me ayuda a ponerle una estructura mas clara a mis vivencias, a mi pasado, a mi presente y a algunos de mis deseos, dejarme caer en los pensamientos a veces me ayuda a ponerle palabras a aquello que siento, y sí, somos un todo! un entretejido de cuerpo, emoción, pensamiento y acción.

¿Qué siento?, ¿qué pienso?, ¿qué necesito? (tres preguntas fundamentales para entendernos) yo a veces necesito correr, no huir, si no correr, correr con mis piernas y mi música al lado del río, sudar entre los arboles y la luz del cielo del verano los pensamientos repetitivos y algunos miedos, ejercitar diferentes músculos de mi cuerpo mientras ejercito mi capacidad de soltar los pensamientos negativos, estirar las articulaciones a la vez que estiro mis sueños y ventilo las dudas. A veces, también necesito flotar en la memoria de los días grises para poder resignificarlos, pues no podemos cambiar el pasado, pero si podemos cambiar la manera en la que lo percibimos, lo sentimos y nos relacionamos con él; siempre podemos resignificar y reprocesar emocionalmente las experiencias traumáticas y los momentos difíciles de nuestra vida, no siempre tenemos el poder para cambiar ciertas situaciones, pero siempre tenemos el poder de elegir nuestra actitud ante las mismas.

Es en nuestro cerebro, esa maquina perfecta, en donde acontece ese baile químico caótico y fascinante que determina muchas de nuestras sensaciones, es en nuestro cuerpo donde sentimos todo esto, es en nuestra emocionalidad donde se refleja todo lo vivido, y es en nuestros pensamientos donde podemos darle un significado distinto a nuestras experiencias y a nuestro presente.

Deja que la vida te despeine, que alguien o algo te acaricie el alma y te haga vibrar, porque acariciar el alma a veces es una oportunidad para renacer en el otro sin dejar de ser uno mismo. Emocionarse es ser valiente, es atreverse a abrir el alma a los demás y a nosotros mismos, es dejarse caer al fondo de ese sentimiento; hasta allí donde se encuentran las causas.

Al margen de nosotros mismos

Por Marcela Campos

«Llega un momento en que es necesario  abandonar las ropas usadas que ya tienen la forma de nuestro cuerpo, y olvidar los caminos que nos llevan siempre a los mismos lugares. 

Es el momento de la travesía. Y, si no osamos emprenderla, nos habremos quedado para siempre al margen de nosotros mismos»

Fernando Pessoa

 Todos somos un cuento, una historia, o mas bien cientos de historias, cientos de vivencias que nos hacen ser lo que somos, y nos hacen enfrentarnos a la vida según lo aprendido. Las secuencias de experiencias van moldeando nuestra emocionalidad, nuestras redes neuronales; y los rasgos familiares inevitablemente van forjando nuestro carácter, soy aquello que he vivido, aquello que he amado, aquello que he decidido y tal vez una parte de aquello que he soñado.

Es así, en este devenir de nuestra existencia como vamos generando patrones, hábitos, cadenas de acciones y sentires, la vida va pasando y el tiempo y los años nos van enseñando o anquilosando, ¿cómo soy? ¿qué hay realmente en mi interior? ¿qué mensajes me lanza mi cuerpo, mi inconsciente? ¿de que están hechos mis deseos mas profundos? A veces los viejos patrones, las viejas maneras de pensar y sentir, no nos dejan avanzar, las automatizaciones nos llevan casi siempre al mismo lugar, por eso, en ciertas ocasiones es momento de una nueva aventura interior, de una travesía hacía el fondo de nosotros mismos, eso nos permitirá bucear en las distintas capas de nuestro yo, conectarnos con nuestros miedos para enfrentarlos, y con nuestros deseos para ser activos en la consecución de aquellos que sean coherentes con nuestro bienestar.

Y es que cuando nos sumergimos de lleno en nuestro descubrimiento, en nuestra propia mente, en nuestra historia emocional, nos descubrimos a nosotros mismos! y cuando destapamos los sufrimientos de la infancia que hemos dejado atrás y visualizamos las potentes herramientas internas con las que hemos ido construyendo lo que hoy es nuestra valiosa vida, nos damos cuenta que nuestro recorrido no ha sido en vano, y que aunque no podamos cambiar el pasado, si podemos cambiar la forma en que observamos y sentimos lo que sucedió allá y entonces. Podemos contemplar el pasado con una emoción distinta y el presente con aceptación, integrando todos los trocitos de nuestra historia y de nuestro yo.

Y es en ese proceso revelador y a veces doloroso del autodescubrimiento que podemos ser conscientes de cuales son los siguientes pasos en el camino, pues de la misma manera que podemos darnos cuenta que esta amaneciendo si estamos despiertos, podemos darnos cuenta de nuestras propias trampas y de cómo sortearlas si estamos atentos, conectados.

Como dice Pessoa: “ llega un momento en que es necesario  abandonar las ropas usadas que ya tienen la forma de nuestro cuerpo, y olvidar los caminos que nos llevan siempre a los mismos lugares. Es el momento de la travesía.” No nos quedemos al margen de nosotros mismos!

Habitando las relaciones

Por Marcela Campos

Lo que puede el sentimiento no lo ha podido el saber, 
ni el mas claro proceder ni el mas ancho pensamiento, 
todo lo cambia el momento colmado condescendiente, nos aleja dulcemente de rencores y violencias, 
solo el amor con su ciencia nos vuelve tan inocentes”            

 Violeta Parra

Llevo un tiempo queriendo escribir sobre el amor, el dolor y la amistad, tres conceptos que se enredan entre si, como el musguito en la piedra como dice Violeta Parra en su canción volver a los 17, y aunque no volvería a los 17, (no porque no hayan sido fantásticos, si no porque ya los he vivido y este cuerpo ochentero esta expectante de vivir nuevas etapas) es maravilloso saber que las amigas con las que crecí en mi época escolar desde los 5 hasta los 17 años, aun siguen siendo grandes amigas de aventuras, sueños y pesares.

Este artículo va dedicado a ellas, a mis buenas amigas, a esas mujeres luchadoras, románticas, divertidas, intrépidas y soñadoras que han inspirado reflexiones, bailes y senderos que ayudan a aliviar el alma.

Así que aquí estoy, sentada frente al enorme ventanal de mi salón, habitándome y sintiéndome desde la mujer que soy ahora, recordándolas y enlazando en mi mente la sutil manera en la que la grandiosidad de la amistad se fusiona con el poder del amor para contener el dolor.

Y es que de la misma forma en que los pájaros no caen de un árbol mientras duermen por su sofisticado sistema de tendones en las patas, los seres humanos no se caen en el fondo de la soledad debido al sofisticado sistema de construcción de redes de apoyo que van construyendo a lo largo de la vida.

El paso del tiempo deja marcas en casi todo lo que hay sobre el universo, marcas de aprendizaje, marcas de dolor, marcas, marcas y marcas, las marcas son aquello que nos recuerda momentos vividos. El paso del tiempo también puede (entre otras cosas) solidificar los vínculos, hacerlos mas íntimos, mas profundos, mas estables, mas maduros, mas conscientes, y aunque también puede hacer todo lo contrario, hoy hago mención a situaciones en las que los vínculos de amistad se estrechan con el transcurrir de los años. Considero que algo fundamental en esta existencia es cuidar los vínculos, mimar y confrontar cuando sea necesario a aquellos que queremos, reconocer todo aquello que nos aportan y darle el valor correspondiente a las relaciones relevantes de nuestra vida, tanto a aquellas que no están presentes como aquellas que aun permanecen. Somos seres en relación!

Los placeres compartidos, la complicidad encontrada, el cuidado mutuo, la comprensión profunda, el alfabeto inventado, la identificación, el cariño por lo vivido, el interés genuino por el bienestar del otro, el apoyo en la distancia, la admiración por lo que nos hemos convertido, las ganas de darnos un abrazo de esos que acompañan el alma, y tomar unas cervezas juntas hacen que esas mujeres, y los mas de 20 años de amistad se conviertan en una de las cosas mas preciadas de mi existencia, ellas son una maravillosa marca de mi experiencia.

Al igual que no podemos hacernos cosquillas a nosotros mismos porque nuestro cerebro produce predicciones precisas de los movimientos de nuestro cuerpo, tampoco podemos darnos a nosotros mismos ese placer que nos produce un momento de complicidad intensa en una relación. Y así, en ese placer de la complicidad y con el paso del tiempo se va fraguando algo, como canta Violeta, “se va enredando, enredando, como en el muro, la yedra y va brotando brotando, como el musguito en la piedra” una amistad que apoya, divierte, entiende, contiene y enseña, una relación que a mi me encanta habitar.

 

 

Madres e hijas: El vínculo que sana, el vínculo que hiere

Nuestras células se dividieron y desarrollaron al ritmo de los latidos de su corazón; nuestra piel, nuestro pelo, corazón, pulmones y huesos fueron alimentados por su sangre, sangre que estaba llena de las sustancias neuroquímicas formadas como respuesta a sus pensamientos, creencias y emociones.

Si sentía miedo, ansiedad, nerviosismo, o se sentía muy desgraciada por el embarazo, nuestro cuerpo se enteró de eso; si se sentía segura, feliz y satisfecha, también lo notamos.

Cada hija lleva consigo a su madre. Es un vínculo eterno del que nunca nos podremos desligar. Porque, si algo debe quedarnos claro, es que siempre contendremos algo de nuestra madre.

Para tener salud y ser felices, cada una de nosotras tenemos que conocer de qué manera nuestra madre influyó en nuestra historia y cómo sigue haciéndolo.

Ella es la que antes de nacer nos ofrece nuestra primera experiencia de cariño y de sustento. Y es a través de ella que comprendemos qué es ser mujer y cómo podemos cuidar o descuidar nuestro cuerpo.

EL LEGADO QUE HEREDAMOS DE NUESTRAS MADRES


 La mejor herencia de una madre a una hija es haberse sanado como mujer. 
Christiane Northrup

 
Cualquier mujer, sea o no sea madre, lleva consigo las consecuencias de la relación que ha tenido con su progenitora.
Si esta ha transmitido mensajes positivos acerca del cuerpo femenino y de la manera en la que hay que trabajarlo y cuidarlo, sus enseñanzas siempre formarán parte de una guía para su salud física y emocional.

Sin embargo, la influencia de una madre también puede resultar problemática cuando el papel que ejerce resulta tóxico debido a una actitud descuidada, celosa, chantajista o controladora.

Cuando conseguimos comprender los efectos que la crianza ha tenido en nosotras, comenzamos a estar dispuestas a comprendernos, a sanarnos, a ser capaces de asimilar lo que creemos de nuestro cuerpo o a explorar lo que consideramos posible conseguir en la vida.

 LA ATENCIÓN MATERNA, UN NUTRIENTE ESENCIAL PARA TODA LA VIDA

Cuando una cámara de televisión enfoca a alguien del público en un evento deportivo o cualquier otro acontecimiento… ¿Qué grita la gente generalmente? “¡¡Hola mamá!!”.

Casi todos nosotros tenemos la necesidad de ser vistos por nuestras madres, buscamos su aprobación.

En origen, esta dependencia obedece a cuestiones biológicas, pues las necesitamos para subsistir durante muchos años; sin embargo, la necesidad de afecto y de aprobación se forja desde el minuto uno, desde que la miramos para ver si algo estamos haciendo bien o si somos merecedores de una caricia.

Tal y como señala Northrup, el vínculo madre-hija está estratégicamente diseñado para ser una de las relaciones más positivas, comprensivas e íntimas que tendremos en la vida.

Sin embargo, esto no siempre sucede así…

Con el paso de los años esta necesidad de aprobación puede volverse patológica, generando unas obligaciones emocionales que propiciarán que nuestra madre tenga el poder de nuestro bienestar durante toda o casi toda nuestra vida.

 El hecho de que nuestra madre nos reconozca y nos acepte es una sed que tenemos que saciar, a pesar de que para ello tengamos que sufrir. Esto supone una pérdida de independencia y de libertad que nos apaga y nos transforma.

 ¿CÓMO COMENZAR A CRECER COMO MUJER Y COMO HIJA?

 No podemos escapar de ese vínculo, pues sea o no sea sano, manejará siempre de nuestro futuro a su antojo.

La decisión de crecer implica limpiar las heridas emocionales o cualquier cuestión que haya quedado inconclusa en la primera mitad de nuestra vida.

Esta transición no es una tarea fácil, pues primero tenemos que detectar cuáles son las partes de la relación materno-filial que requieren de resolución y curación.

De ello depende nuestro sentimiento de valía presente y futuro.

Esto sucede porque siempre hay una parte de nosotras que piensa que debemos darnos en exceso a nuestra familia o a nuestra pareja para ser merecedoras de amor.

La maternidad e incluso el amor de mujer siguen siendo sinónimos culturales de sacrificio en la mente colectiva.

Esto supone que nuestras necesidades queden siempre relegadas al cumplimiento o no de las de los demás.

Como consecuencia, no nos dedicamos a cultivar nuestra mente de mujer, sino a moldearla al gusto de la sociedad en la que vivimos.

Las expectativas del mundo sobre nosotras pueden llegar a ser muy crueles.

De hecho, yo hablaría de que constituyen un verdadero veneno que nos obliga a olvidar nuestra individualidad.

Esta son las razones que hacen tan necesaria la ruptura con la cadena del dolor y la sanación íntegra de nuestros vínculos, o los recuerdos que tenemos de ellos.

Debemos percatarnos de que estos hace tiempo que se convirtieron en espirituales y, por lo tanto, nos toca hacer las paces con las rarezas con las que nos tocó vivir.

Sean o no sean tan malas.

By angelescastell

http://barcelonaalternativa.es/madres-e-hijas-el-vinculo-que-sana-el-vinculo-que-hiere/

Con el tiempo uno aprende…

Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia  entre sostener una mano y encadenar un alma; y uno aprende que el amor no significa acostarse y que una compañía no significa seguridad, y uno empieza a aprender…

Que los besos no son contratos y los regalos no son  promesas, y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos, y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes… y los futuros tienen una forma de caerse en la mitad.

Y después de un tiempo uno aprende que si es demasiado, hasta el calor del sol quema. Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de esperar a que  alguien le traiga flores.

Y uno aprende que realmente puede aguantar, que uno realmente es fuerte, que uno realmente vale, y uno aprende y aprende… y con cada día uno aprende.

Con el tiempo aprendes que estar con alguien porque te ofrece un buen futuro, significa que tarde o temprano querrás volver a tu pasado.

Con el tiempo comprendes que sólo quien es capaz de amarte con tus defectos, sin pretender cambiarte, puede brindarte toda la felicidad que deseas.

Con el tiempo te das cuenta de que si estás al lado de esa persona sólo por compañía a tu soledad, irremediablemente acabarás no deseando volver a verla.

Con el tiempo te das cuenta de que los amigos verdaderos valen mucho más que cualquier cantidad de dinero.

Con el tiempo entiendes que los verdaderos amigos son contados, y que el que no lucha por ellos tarde o temprano se verá rodeado sólo de amistades falsas.

Con el tiempo aprendes que las palabras dichas en un momento de ira pueden seguir lastimando a quien heriste, durante toda la vida.

Con el tiempo aprendes que disculpar cualquiera lo hace, pero perdonar es sólo de almas grandes.

Con el tiempo comprendes que si has herido a un amigo duramente, muy probablemente la amistad jamás volverá a ser igual.

Con el tiempo te das cuenta de que cada experiencia vivida con cada persona es irrepetible.

Con el tiempo te das cuenta de que el que humilla o desprecia a un ser humano tarde o temprano sufrirá las mismas humillaciones o desprecios multiplicados al cuadrado.


Con el tiempo comprendes que apresurar las cosas o forzarlas a que pasen ocasionará que al final no sean como esperabas.

Con el tiempo te das cuenta de que en realidad lo mejor no era el futuro, sino el momento que estabas viviendo justo en ese instante.

Con el tiempo verás que aunque seas feliz con los que están a tu lado, añorarás terriblemente a los que ayer estaban contigo y ahora se han marchado.

Con el tiempo aprenderás que intentar perdonar o pedir perdón, decir que amas, decir que extrañas, decir que necesitas, decir que quieres ser amigo, ante una tumba ya no tiene ningún sentido, pero desafortunadamente solo con el tiempo…

Jorge Luis Borges 

Migración y Crisis: el síndrome del inmigrante con estrés crónico y múltiple (síndrome de Ulises)

Artículo de Joseba Achotegui. Psiquiatra, Profesor Titular de la Universidad de Barcelona

Director del SAPPIR (Servicio de Atención Psicopatológica y Psicosocial a Inmigrantes y Refugiados) del Hospital de Sant Pere Claver de Barcelona. Vila i Vilá 16. Barcelona 08004

Director del Postgrado “Salud mental e intervenciones psicológicas con inmigrantes, refugiados y minorías” de la Universidad de Barcelona

Resumen

Si en nuestra sociedad existe un área en la que los estresores psicosociales poseen una dimensión cuantitativa y cualitativa relevante y difícilmente discutible desde la perspectiva de la salud mental, esa área es el de las migraciones del siglo XXI. Emigrar se está convirtiendo hoy para millones de personas en un proceso que posee unos niveles de estrés tan intensos que llegan a superar la capacidad de adaptación de los seres humanos. Estas personas son las candidatas a padecer el Síndrome del Inmigrante con Estrés Crónico y Múltiple o Síndrome de Ulises ( haciendo mención al héroe griego que padeció innumerables adversidades y peligros lejos de sus seres queridos). El conjunto de síntomas que conforman este Síndrome constituyen hoy un problema de salud mental emergente en los países de acogida de los inmigrantes.

En este trabajo se postula que existe una relación directa e inequívoca entre el grado de estrés límite que viven estos inmigrantes y la aparición de su sintomatología. El Síndrome del Inmigrante con Estrés Crónico y Múltiple se caracteriza, por un lado, porque la persona padece unos determinados estresores o duelos y, por otro lado, porque aparecen un amplio conjunto de síntomas psíquicos y somáticos que se enmarcan en el área de la salud mental (ámbito que es más amplio que el de la psicopatología, tal como analizaremos en el apartado 3 . 5)

Entendemos por estrés “un desequilibrio sustancial entre las demandas ambientales percibidas y las capacidades de respuesta del sujeto” (Lazarus 1984) *y por duelo “el proceso de reorganización de la personalidad que tiene lugar cuando se pierde algo significativo para el sujeto”. Podríamos establecer una correlación entre los dos conceptos señalando que “el duelo es un estrés prolongado e intenso”.

Tal como planteamos (Achotegui 2000) existirían 7 duelos en la migración: la familia y los seres queridos, la lengua, la cultura, la tierra, el estatus social, el contacto con el grupo de pertenencia, los riegos para la integridad física. Estos duelos se darían, en mayor o menor grado en todos los procesos migratorios, pero no es lo mismo vivirlos buenas condiciones que en situaciones extremas.

artículo completo en : http://www.alansaludmental.com/retos-en-sm/salud-mental-e-inmigración/art%C3%ADculos-sobre-inmigración-y-salud-mental/

Mujer Hiedra

Quiero recordarme a mi misma 
que el universo habita en mi, 
que estuvo bueno 
dejar de sobrevivir la vida
 y comenzar a vivirla.
 Quiero recordarme que no me fue fácil 
estar presente en mi experiencia humana,
 que experimenté el dolor 
y me vi desgarrada más de una vez.
 Me miro y me reconozco,
 me sonrío y agradezco,
 porque que mi andar continua, 
la vida me es sorprendente y me maravilla,
 y cuando me siento caer, no hago mas que poner mis manos 
en la tierra bendita y tomar fuerzas para levantarme, 
o extiendo mis brazos hacia lo alto y de allí también 
una fuerza cósmica me ayuda a dar el salto hacia arriba.
 Quiero recordarme a mi misma
 cuantos velos de ignorancia dejé caer
 para hoy poder observar la vida como un proceso de evolución,
 como una gran rueda que va girando continuamente.
 Quiero recordarme que no me alcanza una vida para sanar mi alma y elevarla. Pero esta es la gran razón de vivir.

Entonces me digo: No te distraigas! No necesitas correr para llegar a ningún lado ¡Sólo vuelve a ti! cada vez más profundamente y aprende con quienes la alineación te ha puesto de maestros y lecciones. Lo que vives, tu clan, tus causalidades!

Mujer Hiedra-Mariana Rupp